Sobre mí

Todo empezó cuando tomé una asignatura optativa sobre religiones del mundo en secundaria; me dijeron que era fácil de aprobar. Al terminarla, recuerdo que me dije, quizás a modo de premonición: “No soy religioso, pero si tuviera que elegir una, sería el budismo.” 22 años después,  soy profesor de meditación y estoy terminando un doctorado en Estudios Budistas.

Por el camino, he pasado de una fascinación inicial por el budismo tibetano a la tradición pali (los textos budistas tempranos y el Theravāda), y fui dejando de lado mi carrera como pianista de jazz y compositor para dedicarme de lleno al dharma. Mi enfoque de la meditación ha estado influido principalmente por el maestro birmano Sayadaw U Tejaniya.

Me formé como Community Dharma Leader (CDL) en Gaia House, y más tarde como profesor de dharma y meditación en Bodhi College. De Stephen Batchelor, mi mentor principal, he aprendido que nuestro dharma debe actualizarse constantemente, y esto se aplica al propio budismo secular, pues de lo contrario las cosas se vuelven otro dogma más.

Mi tesis doctoral en la Universidad de Bristol explora la noción de vedanā (tonalidad) en el budismo de los orígenes. Se centra en cómo la tonalidad contribuye al despertar, especialmente a través del afecto positivo y formas de “placer espiritual”. Hacer investigación supervisado por Rupert Gethin me ha enseñado mucho sobre acercarse a los textos y su interpretación tradicional, echando por tierra algunos prejuicios y actitudes coloniales presentes en formas de modernismo budista.

Hoy combino enfoques espirituales y académicos. Me interesa la reforma, pero una reforma informada y respetuosa que entienda esto como una vía de doble sentido: ser crítico con la tradición y dejar que la tradición te critique. En lugar de definir el enfoque budista secular con referencia al concepto de religión, a los rituales o a los aspectos culturales, prefiero hacerlo en términos de valorar esta vida vulnerable en lugar de aspirar a una realidad fuera de ella, reinterpretando la doctrina budista de que todo lo condicionado e impermanente es insatisfactorio.

Al mismo tiempo, desconfío de adaptar en exceso estas enseñanzas a la vida consumista moderna. No podemos cambiar nuestra vida sin cambiar de vida. Para mí, el dharma necesita desafiar compasivamente al menos tanto como reconfortar. No sintiendo una gran afinidad con el lenguaje de la psicoterapia y la neurociencia, considero que el dharma es más afín a la ética comunitaria, la filosofía práctica y el arte.

Enseño sobre todo en entornos prácticos —retiros y cursos de meditación— y estoy convencido de que esto puede hacerse con una buena base en los textos budistas. La “teoría” tiene mala fama, pero cuando está al servicio de la práctica creo que es esencial, así que las enseño juntas. Interesado en la teoría del aprendizaje, quiero seguir explorando formas de transmitir las enseñanzas budistas para que tengan un impacto real en la vida de las personas. Interactúo especialmente con las comunidades LGBTQ+ y de habla hispana/catalana, a las que pertenezco.